Mientras que los dioses falsos supuestamente gobiernan en una pequeña región o alguna actividad humana, el Dios verdadero es el Dios que no conoce límites porque es Señor de todo cuanto hay en cielo y tierra, y por eso puede salvar y liberar a todo aquel que se acoge a Él, no importa en qué circunstancias haya vivido.