En nuestras familias o comunidades suele haber tensiones. Con mucha frecuencia el origen de la dificultad es que las personas no coinciden con la manera como las hemos imaginado o las expectativas que tenemos de ellas. Pero si la crisis se resuelve satisfactoriamente de la mano de Cristo entonces encontramos una verdad más profunda y en ella aprendemos a querernos con mayor intensidad y fuerza.