Alonso Ruvalcaba

Published: Oct. 3, 2018, 1 p.m.

b'“24 horas de comida en la Ciudad de M\\xe9xico”
\\nAlonso Ruvalcaba se describe como un escritor, a pesar de que el mismo libro del cual nos habla en esta ocasi\\xf3n, lo tacha de restaurantero, cr\\xedtico gastron\\xf3mico y cinematogr\\xe1fico obsesionado por la comida. Su trabajo lo ha llevado a rese\\xf1ar diferentes lugares y platillos en columnas para El Universal, Frente y Letras Libres, y su amor por todas las experiencias que rodean la incre\\xedble mezcla gastron\\xf3mica de la Ciudad de M\\xe9xico lo empuj\\xf3 a intentar concentrarlas en “24 horas de comida en la Ciudad de M\\xe9xico”.
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\\nEl libro pone en escena a la ciudad misma, sus rituales, sus maravillas y las partes odiosas que conviven juntas alrededor de su comida, una especie de novela coral de 400 voces de diferentes personas conviviendo, tecleando en redes sociales, siendo entrevistadas, escribiendo cr\\xf3nicas, rese\\xf1ando y criticando grandes lugares y momentos que van desde la madrugada al oriente de la CDMX en los mercados de la Nueva Viga, la Central de Abastos, la Merced y el de San Juan Pantitl\\xe1n, a una visita por esas nombradas listas con los mejores restaurantes de la metr\\xf3poli.
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\\nEl texto responde a un momento espec\\xedfico de la CDMX con incre\\xedbles palabras de Alonso Ruvalcaba y deliciosas im\\xe1genes de Andrea Tejeda que no juzgan, en las que vale lo mismo el guisado de la cajuela del Tsuru, que el brunch en la Roma-Condesa. Rompe cierto prejuicio de la gomichela y destaca la resistencia de las fondas que se niegan a dejar ir los sagrados rituales tan hogare\\xf1os del huevo o pl\\xe1tano con arroz, el agua de horchata, los chilacayotes y las verdolagas con costillas de puerco en salsa verde, p\\xe1ginas que destacan el platillo, el contexto y el sentir de la comida mexa.
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\\nBONITO
\\n\\xbfQu\\xe9 tenemos contra la palabra bonito?

\\nEn noviembre es bonita la hoja que se cae.

\\nCae la tremenda lluvia de septiembre y los charcos de Circuito Interior crecen y crecen

\\ny en el lago la carpa nada tras su presa,

\\nnada tras su presa y eso es bonito tambi\\xe9n:

\\nsu presa escapa como un destello bajo el agua

\\npero un rato nada m\\xe1s: ya la aprehende la carpa.

\\nLa carpa es un pez que nunca se queda sin su presa.

\\nY eso es bonito.
\\nLa rata es bonita.

\\nC\\xf3mo estira sus patas, abriendo los dedos

\\ncomo si acabara de despertarse o tuviera mucho sue\\xf1o,

\\ny debajo de la colcha intermitente de la lluvia busca qu\\xe9 comer.

\\nLa lluvia la incomoda. No. No la \\u201cincomoda\\u201d. La rata no est\\xe1 inc\\xf3moda.

\\nLa comodidad no pasa por la mente de la rata. La rata se adapta a la ciudad. Qu\\xe9 bonito.
\\nEl tecolote en Coyoac\\xe1n caza a la rata a estas horas tambi\\xe9n, y eso es bonito.

\\nAgua le cae del cielo en la cabeza y en los ojos, parpadea involuntariamente el tecolote,

\\ny hay agua por todas partes en los Viveros, hace fr\\xedo, pero no tanto para que el agua se congele.

\\nTodo eso es bonito. No podr\\xeda ser m\\xe1s bonito.
\\nNo. S\\xed podr\\xeda ser m\\xe1s bonito. Siempre podr\\xeda ser m\\xe1s bonito.

\\nEs como si la ciudad se inclinara hacia el cielo,

\\nhipnotizada por los racimos de su propia luz.

\\nYa es tarde pero el cielo es m\\xe1s ligero que la ciudad

\\ny eso es bien bonito.

\\nParece f\\xe1cil pero es extraordinario.

\\nO mejor: es extraordinario que sea tan bonito.
\\nO es descuidado. Y eso es muy bonito.

\\nLos charcos, los viveros, la carpa, el tecolote son descuidados. No les importa.

\\n(La rata, ya lo vimos, es descuidada. El cuidado no pasa por su mente.'