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Entre las antiguas tradiciones de la ciudad de Zacatecas, en el centro norte de México, existía la colocación de los Altares de Dolores, en honor a la Virgen. Se destacaba sobre todo el que hacía un hombre, Don Román, que tenía una hermosa hija, llamada precisamente Dolores.

Cuando Lolita se enamoró, tuvo que sacrificarse luego de una tragedia que ensombreció su vida. Como muda testigo la Virgen de Dolores que hoy se venera en el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón en el centro de la capital zacatecana.

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