Dennis Hopper se estrenó en Cannes de 1969 con Easy Rider, y el planeta entendía que el director nacido en Dodge City, Kansa había salvaje, como lo resalta Born to be Wild —de la BSO de Easy Rider—. Y si con ese trabajo el director radiografió una generación, no le tomó acaso once años para con Out of the Blue —1980, pasó por Cannes— mostrar la claudicación de esa generación y las mismas luchas repetidas por sus vástagos: búsqueda de la libertad, rebeldía contra lo establecido. Un director que en estas dos películas detallan un profundo nihilismo y cierta alienación con las adicciones como método de escape