De masacre a masacre
En agosto de 2010 se registró en Tamaulipas la matanza de San Fernando: 72 migrantes fueron asesinados uno a uno, apilaron los cuerpos y los abandonaron. Un sobreviviente ecuatoriano fue el que denunció la masacre. Las víctimas salieron de Veracruz el 21 de agosto hacia Estados Unidos vía Tamaulipas. En el trayecto, tres vehículos donde viajaban hombres armados interceptaron el autobús y se los llevaron a una especie de bodega en el ejido El Huizachal, en la cabecera municipal de San Fernando. Se supone que desde allí llamarían a sus familiares para que pagaran rescate por ellos y les ofrecieron trabajo en el grupo criminal, lo que rechazaron. Los ataron en grupos de cuatro, los tiraron al suelo y por la espalda mataron a todos menos a un joven ecuatoriano de 18 años, Luis Freddy Lala, que fingió estar muerto, escapó y denunció la ejecución que se cometió del 22 al 23 de aquel mes de agosto y al día siguiente, el 24, elementos de la Marina reportaron el hallazgo luego de un enfrentamiento a tiros con el mismo grupo, en el que mataron a un efectivo de la brigada. La masacre fue un escándalo mundial: La matanza de 72 migrantes. De aquello ha pasado más de una década, Y apenas el sábado 23 encontraron en Camargo, Tamaulipas, una camioneta con los cadáveres calcinados de 19 posibles migrantes. La ONU y el gobierno de Estados Unidos compararon esta matanza con la de San Fernando, lo que Olga Sánchez Cordero rechazó en la mañanera. Y tiene razón la secretaria de Gobernación: en la matanza de San Fernando los asesinos fueron elementos del Cártel de los Zetas, en la de Camargo fueron al menos doce policías estatales, ya detenidos y elementos federales del Instituto Nacional de Migración. Efectivamente, nada que ver: en un caso criminales de un cártel y en el otro criminales con uniforme. Nada ha cambiado. Ni el fin de las masacres que en su momento anunció el presidente López Obrador. Y es que el crimen organizado sigue funcionando igual y el gobierno de otro modo.