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b'12. Cristo, Cordero Inmolado

* A medida que el sacerdote pierde la claridad \\xfanica que le da la fe va separando m\\xe1s y m\\xe1s su funci\\xf3n, reducida a una simple tarea y un momento de su d\\xeda, de su propia vida. La direcci\\xf3n de Cristo es exactamente la contraria: lo que \\xc9l es se funde con lo que \\xc9l realiza. Y como lo propio del sacerdote es ofrecer sacrificios entonces \\xc9l mismo se vuelve sacrificio. Por eso decimos que \\xc9l es sacerdote, v\\xedctima y altar.

* Dar una raz\\xf3n para el sacrificio de Cristo no es dif\\xedcil cuando vemos el lugar de los sacrificios en la vida de fe del pueblo de Israel: todos ellos encuentran una plenitud en Cristo: sacrificio de expiaci\\xf3n, de comuni\\xf3n, de ofrenda, de alabanza.

* Y sin embargo, no resulta sencillo conectar el dolor de Cristo, con la ofrenda por los pecados y con la historia personal de cada uno de nosotros. Y en la medida en que su sacrificio permanece lejano, el misterio propio de su sacerdocio tambi\\xe9n se queda lejos de nuestra gratitud y afecto.

* Hay algunos caminos que nos ayudan a conectar:

(1) Las cadenas de transferencia que vemos tambi\\xe9n en nuestro mundo, y que al final impactan a los m\\xe1s vulnerables.

(2) La experiencia repetida que tenemos de las contradicciones e ingratitudes que sufren todos aquellos que buscan el bien de la gente: a menudo los h\\xe9roes son castigados pero \\xbfqu\\xe9 ser\\xeda del mundo sin h\\xe9roes?

(3) La fuerza de la oraci\\xf3n de Cristo se extiende a todos. Cada hombre y cada mujer puede decir: "\\xc9l estaba orando por m\\xed"

(4) La imagen del pozo que se abre o la revelaci\\xf3n que a todos aprovecha.

(5) El triunfo sobre la gran mentira, triunfo que a todos nos hace bien porque todos hemos sido infectados en alguna medida por esa mentira.'