El don de Cristo en la Cruz y el don del Espiritu en Pentecostes

Published: Feb. 12, 2019, 9:44 p.m.

b'[D\\xeda de retiro con la comunidad Camino de la Esperanza, charla 3 de 3]

El paso de la Antigua a la Nueva Alianza supone que el Esp\\xedritu deje de ser una experiencia de "toque" y llegue a ser una presencia que transforme todo cuanto somos, en fidelidad y amor al plan de Dios. Una serie de vers\\xedculos de San Juan nos ayuda a descubrir ese proceso que conduce a la Pasi\\xf3n del Se\\xf1or y al milagro de Pentecost\\xe9s.

Juan 3,34 dice refiri\\xe9ndose a Cristo: "aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, pues El da el Esp\\xedritu sin medida."

El mismo Cristo muestra el cambio que s\\xf3lo \\xc9l puede traer a nuestra vida, pas\\xe1ndonos del "toque" a la "presencia" o sea, del "vaso" a la "fuente." Leemos en Juan 4,14: "el que beba del agua que yo le dar\\xe9 no volver\\xe1 a tener sed jam\\xe1s, sino que dentro de \\xe9l esa agua se convertir\\xe1 en un manantial del que brotar\\xe1 vida eterna."

En Juan 7,38 tambi\\xe9n leemos: "De aquel que cree en m\\xed, como dice la Escritura, brotar\\xe1n r\\xedos de agua viva."

Nosotros, como el Disc\\xedpulo amado, hemos visto y creemos (cf. Juan 20,8). Y lo que hemos visto nos lo cuenta el mismo evangelista: "Cuando se acercaron a Jes\\xfas y vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abri\\xf3 el costado con una lanza, y al instante le brot\\xf3 sangre y agua." En la Cruz ha brotado esa agua; en al Cruz se ha hecho posible nuestra fe, y viendo y creyendo pasamos del toque a la presencia.

En Juan 14,34 Cristo dice: "Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendr\\xe1 a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviar\\xe9 a ustedes." La partida de Cristo, por el doloroso camino de la Cruz, est\\xe1 asociada con la llegada abundante del don del Esp\\xedritu.

En efecto, la partida de Cristo abre el Cielo, cuando \\xc9l presenta su Sangre preciosa y con ella impetra la misericordia que nos dar\\xe1 nueva vida. Pero adem\\xe1s, el modo de su partida abre nuestro coraz\\xf3n, conmovido por el exceso de amor del Crucificado. Y as\\xed abiertos el Cielo de Dios y el pecho del hombre, puede fluir el Esp\\xedritu abundante, verdadero principio de nueva vida.'