El entorno ciudadano en el siglo XXI: Una Barcelona cosmopolita, próspera y segura. Manuel Valls

Published: Nov. 20, 2018, 9:59 a.m.

El 13 de noviembre de 2018 tuvo lugar en la Fundación Rafael del Pino el diálogo con Manuel Valls, ex primer ministro de Francia y candidato de Ciudadanos a la Alcaldía de Barcelona, con motivo de la presentación de su libro “Barcelona, vuelvo a casa”. Valls indicó que se encuentra preparado para afrontar cualquier cosa, en referencia al intento de bloqueo de un acto similar el día anterior en Barcelona por parte de la CDR porque, según dijo, cuando se ha sido jefe del gobierno en Francia y uno ha conocido momentos muy difíciles desempeñando ese cargo, se está preparado para todo. Así es que la CDR no va a impedir nada, ni a Valls, ni a Ciudadanos. En Barcelona, dijo, hay gente que vive esas situaciones de acoso desde hace mucho más tiempo que él y eso es inaceptable. Es inaceptable que unos traten de impedir un debate político, o la presentación de un libro. Eso es fascismo. La gente tiene que tener libertad de poder expresar sus opiniones, incluso los independentistas. Pero pensar que es normal que se niegue habitualmente esa libertad de expresión a los no independentistas es un peligro para la democracia. La experiencia que tuvo con los atentados terroristas en Francia le enseñó que lo que es más importante es defender los valores europeos, esto es, la libertad, la democracia, que están amenazados por la falta de proyecto de Europa, por los populismos y por los nacionalismos. Lo que está pasando en Barcelona, en este sentido, trasciende porque Barcelona es una ciudad europea, una ciudad de valores. Lo que se va a jugar allí dentro de unos meses es el destino de Cataluña, de España y de Europa. Si ganamos, dijo, será la mejor respuesta al populismo. Respecto al presidente francés Emmanuel Macron, Valls indicó que no tiene su misma cultura política porqué Valls fue miembro de un partido político, el socialista, y no podía tener la sensación de que le estaba traicionando aceptando un nombramiento gubernamental por parte de Macron. También dijo que falta sentido de Estado para resolver los problemas del país, aunque reconoció que la situación en Francia es difícil porque los populistas más la extrema izquierda obtuvieron el 50% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, como consecuencia del desempleo y de los efectos económicos y sociales de la crisis. En su opinión, en la sociedad siempre hay, y siempre va a haber, un debate entre la derecha y la izquierda. Sin embargo, el gran debate realmente va a ser entre lo que representa Europa como espacio de paz, prosperidad y respeto a las personas, frente a los populismos y nacionalismos. Eso es lo que está haciendo Macron con sus propuestas para relanzar y reforzar la integración europea. Con ello, podemos contribuir a salvar el proyecto europeo. Por ello, se preguntó que dónde estaba la sociedad civil catalana cuando los independentistas le dijeron a Inés Arrimadas que se volviera a Andalucía. A su juicio, quienes perpetran este tipo de actos no saben lo que están provocando en la sociedad, porque esos actos anuncian tiempos muy duros. Lo mismo sucede en Europa y Estados Unidos con el auge del antisemitismo. Valls se reconoció socialdemócrata, y por eso está preocupado, porque la crisis de la socialdemocracia es parte de la crisis de Europa. Desde su perspectiva, el respeto a la persona es fundamental, porque sin él y sin democracia, nada es posible. Cuando ha gobernado la socialdemocracia, una parte de la izquierda siempre la ha acusado de traidora, ya sea en la Alemania de Willy Brandt, la España de Felipe González o la Francia de Michel Rocard, pero en política siempre hay que buscar compromisos. Además, la socialdemocracia es libertad y, en opinión de Valls, es quien ganó la lucha contra el comunismo precisamente porque perdió una parte de sí buscando el compromiso. Y es que un político también tiene que resolver los problemas. Por lo que se refiere a las empresas, Valls indicó que, sin ellas, no hay ni economía, ni empleo, ni impuestos, ni redistribución de la riqueza. Por ello, necesitamos a las empresas, sobre todo a las pequeñas y medianas. En este sentido, lo peor que tiene el populismo es que siempre está buscando enemigos porque es fácil: siempre hay un responsable de los problemas que uno no es capaz de resolver. Y, para el populismo, la empresa es parte del enemigo. Es cierto que las empresas no siempre actúan como debieran. De hecho, todavía estamos pagando muy caro las consecuencias de la crisis creada por las entidades financieras. Aún así, necesitamos a las empresas como parte del contrato social. Por ello, siempre va a defender la economía de mercado, como va a defender la reforma de la educación, ya que el mundo no puede estar gobernando por gente que va designando enemigos. Hay que salir de las trincheras. También en Barcelona. También necesitamos talento en todo lo que hagamos como sociedad, lo que lleva a la aparición de unas élites. Pero cuando el discurso principal de un partido es la crítica a esas élites, es que quiere cargarse la democracia. Para Valls, la cultura es un importante motor de transformación porque la cultura une, es un eje muy importante de integración, de inclusión. La cultura no tiene que dividir, como se pretende hacer hoy en España. En este sentido, Valls indicó que, hoy, Barcelona está perdiendo no solo a nivel económico, sino también cultural. Barcelona, por ello, tiene que apostar por una cultura abierta, por el castellano y el catalán, por ser siempre una ciudad abierta, porque la fuerza de Barcelona está en su identidad catalana y en su identidad española. Por último, Valls invitó a recuperar el optimismo sobre el futuro de Europa. No es fácil, porque el mundo ha cambiado. Por eso necesitamos un proyecto europeo más potente, pero con políticas económicas más integradas. En ese proyecto, España tendría que aumentar su peso en Europa y habría que hacer de África la prioridad de Europa, porque es de ahí de dónde vienen los inmigrantes ilegales, que en el futuro serán muchos más debido al fuerte crecimiento de la población africana.