Aprender cómo aprender. Barbara Oakley. English version

Published: Jan. 28, 2019, 2:41 p.m.

El 23 de enero de 2019 tuvo lugar en la Fundación Rafael del Pino la conferencia magistral de Barbara Oakley, catedrática de Ingeniería de la Universidad de Oakland, sobre cómo aprender. La profesora Oakley inició su presentación recordando su vida y el desafío que supuso para ella el aprendizaje de las matemáticas cuando estaba en el colegio. El problema es que sus padres se movían constantemente de un lugar a otro de Estados Unidos. En todas partes, la educación solía ser muy parecida, excepto en el caso de las matemáticas. El aprendizaje de las matemáticas es un aprendizaje secuencial y si se pierde un punto, a continuación, resulta muy difícil recuperarlo y poder seguir. A la profesora Oakley, por ello, le costaban las matemáticas, no le gustaban y suspendía todos los exámenes. Ahora, la profesora Oakley enseñan matemáticas en la Universidad. Por ello, un día, un alumno le preguntó como lo hizo para conseguir aprenderlas, teniendo en cuenta su pasado. La profesora Oakley le explicó que un día se preguntó qué quería hacer, qué es lo que le apasionaba, y pensó que lo que quería era aprender ruso. Entonces se enteró de que había una forma de hacerlo en la que, además, te pagaban por ello. Se trataba del ejército. La profesora Oakley no se lo pensó dos veces, se alistó, aprendió ruso y acabó en el mar de Bering y en la Antártida, donde conoció a su marido hace ya 35 años. Cuando se licenció se dio cuenta de que había seguido su pasión, pero también de que a nadie le interesaba su título en idiomas eslavos. Por tanto, empezó a pensar nuevamente en qué quería hacer y recordó que había trabajado con ingenieros y que había visto sus ecuaciones. Entonces se dio cuenta de que lo más extraño que podía hacer era aprender matemáticas e ingeniería y volvió a la universidad. El aprendizaje de las matemáticas no fue una tarea fácil. Encontraba los libros imposibles de entender y los marcaba por pura rabia. Pero, poco a poco, fue avanzando y mientras trabajaba, también empezó a enseñar. Entonces se dio cuenta de que tenía que escribir un libro sobre la necesidad de cambiar de mentalidad respecto al aprendizaje. Una vez concluida la obra, se la dio a leer a profesores que sobresalían en la tarea docente, los cuales le hicieron muchos comentarios, si bien muchos de ellos coincidían en un punto: el uso de la metáfora. Las metáforas resultan muy importantes para que los alumnos puedan aprender ideas clave. También habló con neurocientíficos líderes en su especialidad. De ellos aprendió que el cerebro tiene dos modos principales de funcionamiento. El primero es el modo focalizado, con el cual activamos una red neuronal bastante limitada que está relacionada con la realización de tareas. El segundo es el modo difuso, en el que los pensamientos son más aleatorios, como sucede cuando una persona está en la ducha. También aprendió que, a menudo, hay patrones de pensamiento creados por defecto que el pensamiento tenderá a seguir. A partir de ahí se preguntó qué sucede cuando estamos aprendiendo algo nuevo. Porque lo que queremos es establecer un nuevo patrón de pensamiento, pero como no sabemos cómo gestionarlo, acabamos por volver al patrón tradicional. Al abandonar una tarea, nos olvidamos de ella y pasamos al modo difuso. En él pensamos de una forma mucho más genérica y así podemos resolver el problema. Así es que, cuando estamos aprendiendo, la mente fluctúa entre el modo centrado y el difuso. A la hora de aprender, también puede resultar de gran ayuda tratar de explicar algo y dar un paso atrás para que la gente pueda consolidar las ideas, porque hay que obligar a los pensamientos a que vuelvan al modo difuso. La procrastinación, de hecho, no es un mal, sino un bien porque supone permitir a la mente que pase al modo difuso. Para entender cómo aprende el cerebro, hay que comprender cómo funcionan las neuronas. Estas envían señales unas a otras y acaban conectándose entre sí, creando canales. Esto nos lleva a entender que hay que aprender poco a poco para dar tiempo a que las neuronas formen esa estructura que se desarrolla con el estudio. El ejercicio físico potencia la memoria y el aprendizaje porque produce una sustancia en el cerebro llamada BDNF que ayuda a las neuronas a formar las estructuras de aprendizaje. En el aprendizaje intervienen dos tipos de memoria. La primera de ellas es la memoria de trabajo, o memoria a corto plazo. En ella está todo lo que se puede recordar de forma temporal. La segunda es la memoria a largo plazo, en la que se almacena todo lo que se aprende. Cuando se aprende algo por primera vez, la memoria de trabajo se vuelve un poco loca creando estructuras neuronales, porque maneja una enorme carga cognitiva. Cuando empezamos a aprender, esa carga se reduce. A medida que vamos dominando algo, se van creando más enlaces en esas estructuras, que pasan a formar parte de la memoria a largo plazo. Aprender requiere crear enlaces que la memoria de trabajo pueda coger fácilmente. Especializarse es crear esos enlaces neuronales. Cuando queremos retener lo que estamos leyendo, la mejor forma de hacerlo es leer una página, parar, mirar hacia otra parte y tratar de recordar la idea principal. Es lo que llamamos recordar y es muy efectivo. Otra forma es que uno se examine de sus conocimientos cada vez que pueda ponerse a prueba. Cuando aprendemos solemos cometer el error de pensar que algunos de nuestros rasgos no son buenos para el aprendizaje. En realidad, sí lo son. Por ejemplo, las personas que tienen una mala memoria de trabajo son personas mucho más creativas. O la gente que aprende muy lentamente es gente que ve las cosas y las entiende de una forma mucho más profunda que quienes las ven más rápidamente.