las palabras no se las lleva ningún viento.
Cada palabra destruye o edifica, hiere o cura, maldice o bendice; trae consigo una responsabilidad y pueden condicionar la credibilidad de una persona. La credibilidad es un requisito indispensable en toda sociedad democrática. Es un factor del que depende, por ejemplo, la participación electoral y la aceptación de sus resultados.
En un contexto así, la actuación institucional enfrenta altos niveles de incredulidad y desconfianza generalizada. Por esa razón es fundamental redoblar esfuerzos para disminuirlas. Esto puede lograrse con un apego estricto a las normas establecidas. No es una fórmula mágica, pero ayudará a mejorar la percepción de la política.
Bienvenidos al cuarto capítulo de Con Papel en Mano.-